Por el Día Internacional de la Mujer es interesante recordar que, aunque muchos varones queramos negarlo, ellas son las personas con la mayor capacidad de decisión en el hogar. Esta afirmación, que vemos día a día en nuestros trabajos (ver "Estudio nacional de decisores de compra". Arellano Márketing), nos dice que la mayoría de empresas debe tener en cuenta que la persona más importante para sus estrategias comerciales es y seguirá siendo por un buen tiempo la mujer.
En efecto, nuestros estudios muestran que las mujeres conservadoras, tanto la hogareña --aquella que se encarga del cuidado de los niños y de la cocina-- como la abnegada --la que además de eso trabaja fuera para contribuir al hogar--, tienen la decisión principal sobre el gasto familiar. Todo ello aunque el hombre crea --o le hagan creer-- que él es quien manda en casa.
Así, la mujer conservadora es la decisora principal en comida, ropa, vivienda, estudios de los hijos y en más del 80% del presupuesto hogareño. El marido de la mujer de estilo de vida conservador se limita entonces a aportar su salario y eventualmente a creer que lo controla.
Por otro lado, las mujeres de estilo de vida moderno --la moderna realizada que trabaja fuera o la moderna aspiracional que se siente presa en el trabajo doméstico-- tienen algo menos de control del gasto del hogar, pero han ganado otro tipo de decisión. Así, mientras comparten con el hombre algunas de las tareas tradicionales de compra --quizás el hombre ahora decida qué detergente usar-- ellas deciden ya sobre nuevos temas, como en qué banco ahorrar o qué tarjeta de crédito preferir. En todo caso, el balance es siempre una mujer con mayor poder de decisión que el hombre.
Quizás la siguiente historia ayude a entender el tema. Antes de morir un ganadero millonario indicó que se regalase un caballo a cada hombre que mande en su casa y una vaca a aquel que sea mandado por su mujer. Sus emisarios fueron de casa en casa buscando quién mandaba allí y en todas encontraron que era la mujer, así que entregaban vacas.
Un día por fin encontraron un hombre que dijo fuertemente:
--Yo mando en mi casa, ¿no mujer?
Y ella respondió:
--Sí querido.
Dispuestos a entregar el primer caballo le preguntaron de qué color lo quería, y el hombre respondió inmediatamente:
--Negro.
--¿Negro? --dijo la mujer--. Yo te imagino tan guapo montado en un caballo blanco, con esa camisa blanca que te regalé.
--Pensándolo bien, dijo el hombre, me quedaré con el caballo blanco.
--¡Qué caballo ni caballo! ¡Vaca! --sentenciaron los emisarios.
No me queda duda de que las lectoras de esta columna saben bien a quién se debe influir más para tener éxito en los negocios. Pero, si a algún estimado lector no le quedó eso claro, no se le ocurra preguntárselo a su esposa, pues la respuesta más probable será:
--A ti por supuesto, querido.
Publication: El Comercio
Provider: El Comercio
Date: March 7, 2008
En efecto, nuestros estudios muestran que las mujeres conservadoras, tanto la hogareña --aquella que se encarga del cuidado de los niños y de la cocina-- como la abnegada --la que además de eso trabaja fuera para contribuir al hogar--, tienen la decisión principal sobre el gasto familiar. Todo ello aunque el hombre crea --o le hagan creer-- que él es quien manda en casa.
Así, la mujer conservadora es la decisora principal en comida, ropa, vivienda, estudios de los hijos y en más del 80% del presupuesto hogareño. El marido de la mujer de estilo de vida conservador se limita entonces a aportar su salario y eventualmente a creer que lo controla.
Por otro lado, las mujeres de estilo de vida moderno --la moderna realizada que trabaja fuera o la moderna aspiracional que se siente presa en el trabajo doméstico-- tienen algo menos de control del gasto del hogar, pero han ganado otro tipo de decisión. Así, mientras comparten con el hombre algunas de las tareas tradicionales de compra --quizás el hombre ahora decida qué detergente usar-- ellas deciden ya sobre nuevos temas, como en qué banco ahorrar o qué tarjeta de crédito preferir. En todo caso, el balance es siempre una mujer con mayor poder de decisión que el hombre.
Quizás la siguiente historia ayude a entender el tema. Antes de morir un ganadero millonario indicó que se regalase un caballo a cada hombre que mande en su casa y una vaca a aquel que sea mandado por su mujer. Sus emisarios fueron de casa en casa buscando quién mandaba allí y en todas encontraron que era la mujer, así que entregaban vacas.
Un día por fin encontraron un hombre que dijo fuertemente:
--Yo mando en mi casa, ¿no mujer?
Y ella respondió:
--Sí querido.
Dispuestos a entregar el primer caballo le preguntaron de qué color lo quería, y el hombre respondió inmediatamente:
--Negro.
--¿Negro? --dijo la mujer--. Yo te imagino tan guapo montado en un caballo blanco, con esa camisa blanca que te regalé.
--Pensándolo bien, dijo el hombre, me quedaré con el caballo blanco.
--¡Qué caballo ni caballo! ¡Vaca! --sentenciaron los emisarios.
No me queda duda de que las lectoras de esta columna saben bien a quién se debe influir más para tener éxito en los negocios. Pero, si a algún estimado lector no le quedó eso claro, no se le ocurra preguntárselo a su esposa, pues la respuesta más probable será:
--A ti por supuesto, querido.
Publication: El Comercio
Provider: El Comercio
Date: March 7, 2008
Comentarios
Buen Blog